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28 febrero 2013

¿Qué es el DESAPEGO?



Primero, aclaremos lo que no es el desapego.


El desapego no es un alejamiento frío, hostil; no es una aceptación resignada y desesperante de todo aquello que la vida y la gente nos tire en el camino; no es una manera robótica de ir por la vida, absortos, y totalmente indiferentes a la gente y a los problemas; no es una actitud de inocente dicha infantil; ni un desentendimiento de lo que son nuestras verdaderas responsabilidades hacia nosotros mismos y hacia los demás; ni una ruptura en nuestras relaciones. Tampoco es que retiremos nuestro amor y nuestra solicitud, aunque a veces estas formas de desapegarnos pueden ser las mejores a seguir, por el momento.


De una manera ideal, desapegarnos es liberarnos o apartarnos de una persona o de un asunto, ambos con amor.


El desapego es "una saludable neutralidad".


El desapego se basa en las premisas de que cada persona es responsable de sí misma, en que no podemos resolver problemas que no nos corresponde solucionar, y que preocuparnos no nos sirve de nada. Adoptamos una política de no meter las manos en las responsabilidades de otras personas y en vez de ello, de atender a las nuestras.


Si la gente se ha fabricado desastres a sí misma, le permitimos enfrentar las consecuencias. Le permitimos a la gente ser como es en realidad. Le damos la libertad de ser responsable y de madurar.


Y nos damos a nosotros mismos la misma libertad. Vivimos nuestra propia vida al máximo de nuestra capacidad. Luchamos para discernir qué es lo que podemos cambiar y qué es lo que no podemos cambiar. Luego dejamos de tratar de cambiar aquello que no podemos. Hacemos lo que podemos para resolver un problema, y luego dejamos de hacernos la vida de cuadritos.


Si no podemos solucionar un problema después de intentarlo seriamente, aprendemos a vivir con ese problema, o a pesar de él. Y tratamos de vivir felices, concentrándonos heroicamente en lo que de bueno tiene la vida hoy, y sintiéndonos agradecidos por ello. Aprendemos la mágica lección de que sacarle el máximo provecho a lo que tenemos multiplica lo bueno en nuestras vidas.


El desapego implica - " vivir el momento presente" - vivir en el aquí y en el ahora -. Permitimos que en la vida las cosas se den por sí solas en lugar de forzarlas y tratar de controlarlas. Renunciamos a los remordimientos por el pasado y a los miedos por el futuro. Sacamos el mayor provecho a cada día.


El desapego también implica aceptar la realidad, los hechos. Requiere fe en nosotros mismos, en Dios, en el orden natural, en nuevas personas y en el destino de las cosas en este mundo.
Nos liberamos de nuestros pesares y preocupaciones y nos damos a nosotros mismos la libertad para disfrutar de la vida a pesar de nuestros problemas no resueltos.


Confiamos en que todo está bien a pesar de los conflictos. Confiamos en que Alguien más grande que nosotros sabe, ha ordenado y se preocupa de lo que está sucediendo. Entendemos que este Alguien puede hacer mucho más por resolver el problema que nosotros. De modo que tratamos de no estorbar su camino y dejar que Él lo haga. Es lo Divino.


A su tiempo, sabremos que todo está bien porque vemos cómo las cosas más extrañas (y a veces, las más dolorosas) se solucionan de la mejor manera y en beneficio de todos.


Desapegarnos no quiere decir que nada nos importe. Significa que aprendemos a amar, a preocuparnos y a involucrarnos sin volvernos locos. Dejamos de crear un caos en nuestra mente y en nuestro medio ambiente. Cuando no nos hallamos reaccionando de un modo ansioso y compulsorio, nos volvemos capaces de tomar buenas decisiones acerca de cómo amar a la gente y de cómo solucionar nuestros problemas. Nos liberamos para comprometernos y para amar de modo que podamos ayudar a los demás sin lastimarnos a nosotros mismos.


Las recompensas que el desapego nos brinda son muchas: serenidad, una profunda sensación de paz interior, sensación física de menos carga y lastre, la capacidad de dar y recibir amor de una manera que nos enaltece y nos llena de energía, y la libertad para encontrar soluciones reales a nuestros problemas.


Encontramos la libertad para vivir nuestra propia vida sin sentimientos excesivos de culpa o responsabilidad hacia los demás. En ocasiones el desapego llega a motivar y a liberar a la gente que se encuentra a nuestro alrededor para empezar a solucionar sus problemas. Yo espero que así se den cuenta y lo hagan.


Hay un dicho que dice: “Si amas algo déjalo libre, si vuelve a ti, es porque siempre fue tuyo; y si no, es porque nunca lo fue”.





El desapego a las cosas materiales nos permite disfrutarlas y atraerlas más a nuestras vidas. El desapego no significa abandonar todo, no trabajar más o no desear nada material; no, desapego significa no depender de nada de lo que poseemos o de ninguna persona con la cual tengamos un vínculo afectivo.


Es lograr la autonomía, de ser felices aun si no poseemos o encontramos alguna cosa o una persona en específico. Muchas veces nos centramos y vemos las cosas solo con la mirada calculadora, y nos fijamos en las posesiones materiales o personales que tenemos, esto es apego a las cosas materiales. Vivir de esta forma es vivir esclavizado, es vivir con temor.


Aprender en la vida el desapego nos permitirá trascender hacia un plano espiritual más elevado. No es algo fácil y dependerá de cada persona el lograr desatarse y cortar esos lazos que no le permiten crecer.


Esta ley dice que para adquirir cualquier cosa en el universo físico, debemos renunciar a nuestro apego a ella. Esto no significa que renunciemos a la intención de cumplir nuestro deseo. No renunciamos a la intención ni al deseo; renunciamos al interés por el resultado.


Tu eres feliz aquí y ahora; pero no lo sabes, porque tus falsas creencias y tu manera deformada de ver las cosas te han llenado de miedos, de preocupaciones, de ataduras, de conflictos, de culpabilidades... Si lograras ver a través de esa maraña, comprobarías que eres feliz y no lo sabes.


No hay un solo momento en tu vida en el que no tengas cuanto necesitas para... Ser Feliz.


Todas las cosas a las que te apegas, y sin las que estás convencido que no puedes ser feliz, son simplemente tus motivos de angustias. Lo que te hace feliz no es la situación que te rodea, sino los pensamientos que hay en tu mente.


Yo he renacido. Hoy todo es nuevo para mí: la casa, comida, coche, personas, comida, horarios, olores, etc. Tuve que dejar en España el 99% de las cosas materiales que poseía. He aprendido que ninguna tenía más valor que el que yo le di o alguien quiso darle; y también he aprendido que el verdadero poder está dentro de mí… y por eso no las necesito. Es un grandísimo ejercicio de autoconfianza.


El apego es un estado emocional que tiene dos puntas, una positiva y otra negativa. La positiva es el estado de placer y la emoción que sientes cuando logras aquello a lo que estás apegado. La negativa es la sensación de amenaza y la tensión que lo acompañan, lo que te hace vulnerable al desorden emocional y amenaza constantemente con hacer añicos tu paz.


Observa bien: Si no se consigue el objeto del apego, origina infelicidad; y si se lo consigue solo produce un instante de placer seguido de la preocupación y el temor a perderlo. ¿Podemos ganar la batalla contra los apegos? Si, renunciando a ellos. Cambiando nuestra programación.


Haz una lista de todo lo que te tenga apegado y dile a cada una:
"En realidad no estoy apegado a ti en absoluto. Tan solo estoy engañándome a mí mismo creyendo que sin ti no puedo ser feliz"


Y si tu apego se refiere a una persona, dile:
"Te dejo que seas tú mismo; que tengas tus propios pensamientos, que satisfagas tus propios gustos, que sigas tus propias inclinaciones, que te comportes tal como decidas hacerlo"


Decía una sabia frase de Ortega y Gasset: "Quien en nombre de la libertad renuncia a ser el que tiene que ser, ya se ha matado en vida: es un suicida en pie".


No hay que temer a las sombras. Solo indican que en un lugar cercano resplandece luz. Ve!


Nadie está a salvo de las derrotas. Pero es mejor perder algunos combates en lucha por nuestros sueños, que ser derrotados sin saber siquiera por qué se está luchando.
Ánimo!

10 febrero 2013