"Señor,
haz de mi un instrumento de tu paz,
que donde haya odio, yo siembre amor
que donde haya duda, yo ponga fe
que donde haya error, yo ponga tu verdad
que donde haya discordia, yo ponga unión
que donde haya desesperación, yo ponga esperanza
que donde haya tinieblas, yo ponga tu luz
que donde haya tristeza, yo ponga alegría.
Concédeme Señor la gracia de no buscar tanto
ser comprendido, como comprender
ser consolado, como consolar
ser amado, como amar
porque dando es como recibimos
perdonando es como somos perdonados
y muriendo en ti es como nacemos a la vida eterna"
Fray Jero, te quiero y echo de menos.
Eres mi maestro Zen, señor del silencio, de la antesala del cielo, del paraíso en la tierra, del ancla, de la paz entre volcanes, de las criaturas... del portal que nos lleva a la vida eterna.
Bere, mi querido guardián de la Ermita, gracias por aquella mirada de espejo y esas palabras: "Vas a llegar al lugar que estabas aguardando..."
Espero veros pronto, porque sentiros, os siento a diario.
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