04 abril 2011
PLANETA AMERICANO
Este es el libro que más veces he regalado en estos últimos 10 años.
A lo largo del siglo XX se han creado muchos mitos, pero hay uno, ahora que otros han muerto y el siglo declinaba, que se alza sobre los demás: Estados Unidos.
Estados Unidos es ya algo más que esto y aquello, el cine o los automóviles, la música, los westerns, los multimillonarios, los rascacielos, Calvin Klein o la NBA.
Cada elemento de este surtido ha dejado de ejercer fascinación como elemento aislado: el fenómeno ahora consiste en que es la totalidad norteamericana la que se importa como un lote completo. No sólo los modos de vida sino el contenido de la vida; no sólo la manera de divertirse sino la diversión; no sólo un estribillo sino una lengua; no sólo una receta sino la comida; todo, en fin, el espíritu familiar, las formas de comprar, las formas de amar, de vestir y de cenar, los planes de estudios y de jubilación y hasta las sectas, es de naturaleza americana.
Da lo mismo que se atienda al fenómeno en Gran Bretaña, en Francia, en Italia o en España: bajo el pensamiento único, el mercado único y la aldea global se hacen a la americana, desde Indonesia hasta Chile pasando por Pekín. Este libro se ha escrito con el propósito de mostrar cómo los contenidos sociales, políticos o económicos que se están expandiendo, son coherentes con los ideales fundacionales de ese país y su idiosincrasia peculiar, pero no por ello tienen que sentarnos bien a todos. Ni siquiera a buena parte de sus propios habitantes les hace ya provecho.
La intención de este libro (presente en el propio título) es mostrar cómo funciona la sociedad norteamericana y, sobre todo, cómo ésta se ha ido extendiendo durante la última mitad de siglo al resto de la Tierra.
Las marcas comerciales son para Verdú el principal agente americanizador del planeta: "Un MacDonald's ejerce más influencia a su alrededor que cualquier instituto de cultura oficial". Así pues, a través de firmas como Nike, Coca-Cola, Kentucky Fried Chicken o Calvin Klein (por citar tan sólo unos ejemplos), los estadounidenses imponen sus valores y su forma de ver la vida.
Se trata, por tanto, de una manera de colonizar "no buscada" y puramente comercial. Si los conquistadores españoles llegaron a América con consciencia de tales, los americanos ("un país de comerciantes", como ellos mismos se definen) simplemente quieren hacer business o negocio.
En relación con esto, el ombliguismo que los europeos suelen recriminar a los norteamericanos tiene una explicación que podría resumirse en estas palabras: "El que todo el mundo nos imite quiere decir que nuestra forma de vivir es la mejor. Luego, ¿para qué interesarnos por cómo viven los demás?"
Ahora que el mundo parece desarmado de ideologías, reaparece una idea fuerte en nombre de la libertad, la calidad de la vida humana y el bienestar de la cultura: no rendirse a la fatalidad de un planeta americano.
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