En el significado más cotidiano implica una parte burocrática, papeles, legados, relación con abogados y leyes, acuerdos y contratos que hay que firmar. Se aplica a la justicia terrenal; que por cierto, NO EXISTE y es un cachondeo.
La verdadera justicia es no dar nada por sentado ni opinado por terceros. La verdadera justicia está en uno mismo, en la intención que ponga en cada pensamiento y acto; ni siquiera en el resultado de ello.
Hay una única Ley, y no está en ningún código de derecho, es la LEY DEL KARMA. Para que lo entiendas fácilmente, es que hagas lo que hagas, se enteren o no los demás, ese hecho crea causa y efecto; y la vida te pasará la factura en su justa medida. En su justa intensidad.
Se juzgará tu actitud (no aptitud) y comportamiento, pero no se tendrá en cuenta el resultado para nada . Si has actuado de buena fe, aunque creas que no lo lograste, LA VIDA TE PREMIARÁ POR ELLO.
Solo existe la Justicia Celeste, la Justicia Divina con una única Ley, la del karma.
Escondiendo tus verdaderas intenciones, podrás engañar a quien quieras, mentir a los demás en falso favor tuyo, haber opinado de otro sin conocimiento y con ira; pero aunque salgas de La Tertulia con un refrescamiento de imagen, cual túnel de lavado, tu conciencia te perseguirá con tu suciedad más interna. Dios tiene ojos para todos los que aparentan querer ser ciegos.
Puedes influir circunstancias exteriores y ajenas para que obtengas un resultado “favorable no merecido”; pero no te librarás de las consecuencias a Nivel Universal, en esta vida y eternamente.
No olvides que la intención es lo único que cuenta, y por tanto, lo único que puede juzgarte. Es decir, tú mismo, a ti mismo.
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